Diseño y Periodismo
Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey de contenidos, o no
Por Eduardo Betas* Como decía una canción de Víctor Heredia, puedo afirmar también que ‘de pequeño yo tenía, un marcado sentimiento armamentista’. Sobre todo en mis inicios como redactor y periodista. En aquellos primeros tiempos aún estaba convencido de que mi lugar de trabajo siempre se ubicaba en la zona de los contenidos (redacción) y no en la de las formas (diseño). Y ese área de contenidos era para mí una trinchera tras la cual debía, a modo de desafío, librar mi ‘batalla diaria’ con quien, de modo irremediable, iba a encorsetar mis ‘genialidades periodísticas’ en el nombre del arte.
Pero después, una vez que me sentí más firme en la profesión, pude tirar algunas muletas que son las formas que toman los prejuicios cuando no estamos muy seguros de qué se trata lo que estamos haciendo.
Y la última de estas muletas fue precisamente el darme cuenta que no había un acá o un allá, que sólo había un acá, que estábamos todos de este lado, en un mismo barco. Que del otro lado sólo estaba la página (de papel o web) en blanco.
Había llegado al weblog. Ese espacio donde, según dicen, el contenido es rey. ¿Qué más podía pedir? Allí sólo había que escribir, me ‘auto publicaba’ sin necesidad de recurrir a los magos que, para colmo, en algunos casos se habían bajado de los tableros para subirse a veloces máquinas con manzanitas.
El weblog se me abría entonces como un territorio comanche donde podía dejar fluir toda mi creatividad sin estar atado a cajas de texto o con miedo a que confundan mi material con un pedazo de adoquín.
El weblog era el espacio perfecto donde el texto sí podía respirar sin que por ello tuviera que recortarlo para que el editor de arte dibujara higiénicos y, para mí inútiles y pedantes blancos en las páginas.
El weblog era el lugar para ser en Internet, ya que estaba todo prediseñado. Mientras que el sitio web era el lugar para estar en la red, el sucedáneo de la página de papel -¿quien dijo que las palabras son inocentes?-, donde diseñadoras y diseñadores aún persistían con sus mañas esteticistas. Ahora, por ejemplo, de la mano de pesadas presentaciones en flash.
Pero pasado ese primer momento me empecé a sentir solo. No porque no tenía con quien disputar aquellos supuestos espacios de poder. Sino porque tenía que acomodar mis cosas a grandes estructuras prefabricadas que, en la mayoría de los casos, no me respondían ni se correspondían con lo que quería expresar.
Podía escribir todo lo que quería. Nadie me iba a cortar nada. Pero algo había empezado a hacer ruido. Los templates eran como esas chicas bonitas que le suelen presentar en la primer salida a quien recién se divorció: estructuras que prometen pero que fueron hechas para otros.
Fue entonces que, finalmente, tuve que admitirlo: extrañaba a los diseñadores. Extrañaba el diálogo entre forma y contenido. Un diálogo que, sin lugar a dudas, jamás había dejado de existir, sólo que yo me había vuelto temporariamente sordo a él. Tal vez por escucharme demasiado a mí mismo.
Allí me di cuenta que el diseño, la forma y el contenido son las dos mitades de una misma naranja. La letra y música que organizan el proceso comunicativo. El juego milenario que va desde la tipografía hasta la palabra y desde la palabra hasta el logo y así al infinito.
Y el weblog se abría nuevamente como un espacio inusitado para la creación de ambas mitades de naranjas. Más allá de convencionalismos que se instalaban a toda velocidad, el weblog se constituyó entonces en un terreno fértil para que el diálogo forma – contenido coseche otros frutos.
Sin lugar a dudas porque es cierto que en el principio fue el verbo, la palabra, el contenido. Pero sólo porque Dios ya había diseñado el mundo, el continente. Aunque esto siempre lo digo en voz baja porque siempre hay un diseñador cerca escuchando y luego ¿quién los aguanta?
(*) 1963 – Periodista, redactor, escritor, guionista … un tipo de palabra que anduvo por algunas redacciones como Nuevo Sur, El Cronista, La Razón. Aunque ahora vive on line a través de proyectos basados en weblogs como Diario de Gestión y AgenciaBlog. Entre muchos otros etcéteras, claro está…