Carteles / Afiches / Diseño · 16 de abril de 2007

El diseño, una forma de provocar diálogo

MÉXICO.- En cada cartel que crea y en cada libro que ilustra, Alejandro Magallanes propone un diálogo. Pone en cada uno la vida, siempre como un juego que lo mantiene alerta ante el mundo.

Asume su profesión de diseñador gráfico como una gran pregunta que se puede responder de varias formas. Ha ilustrado más de 15 libros para niños y creado alrededor de 400 carteles, que le han dado premios y se han exhibido en Argentina, Canadá, España, Francia, Holanda, Japón, México, y Polonia. Es considerado uno de los mejores diseñadores gráficos mexicanos.
Piensa en los carteles como ventanas «con muchos contenidos a las que te puedes asomar» y donde el reto es «conceptualizar para hacer preguntas que tengan varias respuestas posibles». Sin embargo, se siente como David frente a Goliat: así ve sus carteles en el espacio público lleno de publicidad.

Es un experimentador lúdico a la caza de soportes donde ejercer su creatividad, incursiona en la instalación, la intervención fotográfica y la animación en video.
Magallanes comparte la vida con su esposa Ana Bertha y con su hija María, de cinco años. Admira al ilustrador, escritor y cineasta francés Roland Topor, también a Rafael López Castro, Francis Alÿs, Gabriel Orozco, Erick Beltrán y Manuel Monroy. Entre los músicos a Jaime López y Café Tacvba. Lee a Paz, Arreola, Bolaño, Vila-Matas y Tabucchi… además, hace poco leyó por primera vez Farabeuf, de Salvador Elizondo, y le pareció «alucinante».
Sentado en el estudio que comparte con creadores del colectivo La Máquina del Tiempo, creado en 1996 y dedicado a hacer proyectos de comunicación gráfica, Magallanes sonríe en todo momento, y es inevitable no evocar esa imagen que circula en la internet, una foto de cuando tenía nueve años en la que sonríe, travieso, a pesar de tener cerrado el ojo derecho por un golpe.

-¿A qué debes tu inicio en el dibujo?
-Tiene que ver con mi casa, a mi papá le gustaba dibujar, y la verdad aunque no se dedica a eso no es malo; a partir de ver que mis padres leían me interesé en los libros. Luego me di cuenta que el dibujo sirve para tratar de entender el mundo, de hecho, ahora con mi hija pequeña veo de qué forma integra su realidad por medio de trazos. Después vino el humor, que me mostró que podía ser sarcástico y expresar lo que no podía con palabras.
Todo mi trabajo tiene que ver con el juego, siempre trato de hacer trabajos que me sorprendan y me hagan gracia, así descubro cosas de mí mismo. En la primaria era el típico escuincle que dibujaba a los maestros y compañeros, era algo muy divertido y siempre supe que me quería dedicar a esto.

-¿Cómo pasaste de hacer las caricaturas de los maestros a crear ideas?
-Había maestros que me decían que cambiara de carrera, otros me motivaban a seguir, la UNAM me descubrió muchas cosas. Siempre he pensado que para que un objeto o una forma de expresión se distinga, tiene que ser distinto; lo distinto se nota, independientemente de que sea bonito o feo.

-¿Te consideras buen dibujante?
-El buen dibujante es al que le gusta dibujar. A todos los niños les gusta dibujar, pero las escuelas te quitan las ganas al decir «así no se tiene que hacer esto» y te hacen perder imaginación, ¿por qué tenemos que dibujar siempre dentro de la rayita?

-¿Qué significa un cartel para ti?
-Los carteles son ventanas llenas de contenido, poner un cartel en una pared -un recurso tan primitivo y estático- puede llevar a reflexionar, convocar o simplemente mover a la risa. Pienso que los buenos carteles son como cebollas, con capas de contenidos.
El cartel tiene dos objetivos, el principal es convocar y, en algunos casos -que no es el mío-, vender; la otra es hacerle un guiño a los observadores y que ellos mismos hallen los contenidos. Mientras la publicidad se responde a sí misma, el diseño gráfico es una pregunta que entabla un diálogo.

-¿Te consideras un artista o sigues siendo un diseñador gráfico?
-Las etiquetas que categorizan las colocan afuera; yo creo que todos tenemos una capacidad creativa, hay quien la utiliza para hacer puentes, otros para defender delincuentes. En mi caso tengo cómplices que me buscan para decir algo juntos, eso es el diseño: prestar tu creatividad a algo que quiere una persona, es ponerse de acuerdo.

-¿Siempre piensas en los que van a mirar detrás de esa ventana?
-No como prueba de marketing, aunque los contenidos sean grotescos, sarcásticos, irónicos o burlones; siempre pienso en qué me gustaría ver, el trabajo de los cartelistas es comunicar en ese soporte estático que puedes pegar en cualquier pared.
La cuestión es que los espacios públicos son siempre espacios que sólo pueden pagar los medios publicitarios, ahí sí pienso que la comunicación que hago experimenta algo parecido a lo que pasó David frente a Goliat, porque mis carteles son chicos, no se imprimen masivamente y sólo se ven en pasillos, en universidades y, si les va bien, pegados en la calle salvajemente.

-¿Es difícil cazar las ideas?
-Hay veces que, mientras hablo por teléfono, se me ocurren 10 mil ideas. Lo bonito del cartel es que es una forma de comunicación muy general, pero lo general no debe ser tonto, sino una herramienta donde todos pueden desentrañar los mensajes. Trabajo mucho con metáforas, otras veces parto del sentido plástico, del indagar para hacer algo diferente. A veces me pregunto, «¿qué es lo que nadie haría?», otras veces, «¿qué es lo que todo mundo haría y haré diferente?».
En los libros infantiles siempre trato de emplear técnicas distintas: collage, ilustraciones muy primitivas, hiperrealismo, en algunas combino fotografías con imágenes, la idea es renovarme, divertirme y que no me repita.

-¿Cada trabajo es único?
-Son pequeñas aventuras delimitadas por el tiempo. Salto de ideas y técnicas para no aburrirme. Concibo el estilo como profundidad, como saber quién eres… es curioso, mucha gente identifica mi obra con líneas o dibujos sueltos, pero mi trabajo es más fotográfico o combina varios elementos.
Pienso que, si experimento, los descubrimientos, aunque no sean muy grandes, serán novedosos. Trato de tener los ojos muy abiertos y mantener una gimnasia creativa, si voy en el Metro o camino por la calle, puedo encontrar inspiración en 10 mil cosas.

-¿Será que mantienes el asombro?
-Aprovecho las experiencias de la niñez, recordar quién soy. La importancia del diseño gráfico y de los soportes tan efímeros radica en su potencial para generar memoria. Siempre recurro a al recuerdo, traigo del pasado cosas que decían mis padres, porque si algo origina el diseño es la memoria.
Picasso inventó el símbolo de la paloma de la paz hace 60 años y ahora es universal, significa que le dio al clavo en la memoria colectiva; están también los carteles del Movimiento Estudiantil del 68, nos reconocemos en ellos, aunque ni siquiera habíamos nacido.

-¿Posees un estilo?
-No, a lo mejor tengo una forma de ver la vida un poco más abierta, con humor o cierto grado de sarcasmo e ironía, a veces también con tragedia. Probablemente es más que un estilo, porque los estilos se agotan y de repente son hasta perjudiciales. Yo digo: «Cuando algo comienza a ser muy reconocible, por lo menos para ti, cámbialo». Soy un experimentador, ahora estoy muy contento haciendo animación y video, he hecho videos animados para grupos de rock, este año haré un cortotometraje; además, estoy haciendo las cortinillas para el Festival de la Memoria, un encuentro de cine que se hace en Tepozotlán.

-¿Esperabas ser quien eres?
-No, me siento afortunado, disfruto mi trabajo, me sorprende todavía poder conocer otros países llevando sólo unos pliegos de papel bajo el brazo y establecer diálogos. Los viajes por el trabajo son como una segunda parte, la primera y más importante es que estos objetos lleguen a quien deben llegar.
Puedo vivir de lo que hago, y en este país eso ya es un logro. Asumo cada proyecto con mucho entusiasmo; en los libros primero veo cómo me tocan como lector, y luego lo hago un objeto.

-¿Apuestas por colectivos?
-Totalmente, el trabajo del diseñador ha cambiado, antes era un oficio donde se convivía, ahora, con el desarrollo tecnológico, te vas ensimismando. A mí me interesa el diálogo, el contacto personal, colaborar con personas que admiro, sean fotógrafos, ilustradores, diseñadores, artistas o escritores.

-¿Cuál es tu aspiración, tu sueño?
-Me gustaría seguir con estos trabajos, que me lleven a otros, conocer personas, seguir haciendo lo que hago, no aburrirme yo ni aburrir a nadie.

Fuente: Informador Fecha: 06-02-2007, 08:37 hrs.