Leyendo La Nacion me encontre con mucho placer esta nota de Alberto Borini muy interesante sobre el diseño en china, un amigo gordo como Ronald Shakespear y el Congreso Mundial de Diseño. Como ven completa la nota, un placer leerla.
«Hace veinte años, casi no había escuelas de diseño gráfico en China; hoy funcionan varias centenas, que capacitan a miles de alumnos», cuenta Ronald Shakespear, de regreso de un viaje a ese país, realizado para asistir al Congreso Mundial de esa especialidad.
El decano de los diseñadores argentinos fue invitado a disertar en la charla del congreso «Señal y audiencia. Un contrato social», que reunió a 98 oradores y 2000 profesionales en el Consejo Internacional de Asociaciones de Diseño Gráfico y la Academia Central de Bellas Artes de Pekín.
Shakespear instó a los estudiantes chinos a no descuidar su formación cultural, pese a la fascinación ejercida por los modernos recursos digitales y a las comprensibles urgencias laborales. «El idioma de Gabriel García Márquez, el cine de Orson Welles y el sonido de Mozart son mucho más importantes para un diseñador que el dominio de la computadora», afirmó.
Pero Shakespear no se limitó a hablar sobre educación, como tampoco lo hizo el congreso, organizado con el evidente propósito de erigirse en un hito fundamental del desarrollo de la comunicación en un país que registra transformaciones políticas y sociales inéditas y a escala superlativa.
Para empezar, no fue sólo un congreso, sino también el vértice de una experiencia profesional más amplia, que incluyó a la Semana de Diseño China (China Design Week). Esta última contó con decenas de exposiciones y presentaciones en todo el país, en ciudades como Shanghai, Hong Kong y Macao.
Todo es colosal en China. Desde la milenaria Gran Muralla hasta las recientes Olimpíadas, cuya obra más representativa es el estadio conocido como el Nido. El congreso, realizado a todo trapo y a un costo millonario por el Ministerio de Cultura, no fue la excepción. «El diseño es política de Estado en China», razona Shakespear.
«Las Olimpíadas siguen latiendo en Pekín, la Washington de China, como si nadie se hubiese enterado de que terminaron hace rato, a través de grandes obras públicas y de la publicidad dirigida a los turistas», continúa Shakespear.
Un buen ejemplo, para él, es la plaza Tiananmen, la mayor del mundo y lugar que cobró fama mundial en 1989, cuando una multitudinaria protesta estudiantil fue reprimida salvajemente por las autoridades, dejando un saldo de muchas víctimas. Hoy, esa plaza invita a olvidar ese luctuoso suceso.
«En Tiananmen, una gigantesca columnata de pilares rojos está decorada con decenas de carteleras de última generación, con publicidad oficial.»
Es el rostro de la China moderna, pujante y capitalista, que puede verse también en el subte de Pekín, con 9 líneas que transportan a 5 millones de personas por día, y en las fantásticas autopistas con grandes carteles que venden productos chinos. Pero hay también publicidad de autos de alta gama, como Mercedes-Benz y Porsche, en las inmediaciones de los hoteles internacionales.
El diseño es una herramienta al servicio de la imagen que persigue el país, al igual que la publicidad, que comenzó también, pero aún con más fuerza, en los 80. En 2005, el Congreso Mundial de la International Advertising Association se realizó en China, con un eslogan revelador en más de un sentido: «Ruptura. De ahora hacia el futuro».
En los últimos veinte años, el número de empresas dedicadas a la actividad subió de 2000 a más de 70.000, y el personal empleado pasó de menos de 20.000 a casi 700.000 personas.
Servicios públicos
El Congreso Mundial de Pekín congregó a los máximos referentes del diseño. Shakespear menciona a los educadores Alice Twemlow, Helmut Langer y Don Ryum Chang, y a profesionales de la talla de Laurence Madrelle, Ruedi Baur, Michael Vanderbyl, Xiao Jong y David Gibson.
Abrió las sesiones David Kester, presidente del Design Center de Londres, quien cautivó a los 2000 asistentes con el relato de un caso sobre epidemiología en los hospitales británicos. «Los pacientes entraban sanos y salían enfermos por las infecciones contraídas durante la internación», ironizó Kester.
Fue un magnífico ejemplo de cómo el diseño está ayudando a mejorar los servicios públicos, «encontrando caminos innovadores para enfrentar problemas que involucran a millones de personas», señaló el especialista. El diseño participó en la creación de equipamiento de fácil limpieza y hasta de indumentarias más adecuadas para médicos y enfermeras.
El Congreso de Pekín tuvo para Shakespear un significado especial, íntimo, porque coincidió con la fecha del inicio de su larga carrera profesional, medio siglo atrás.
Desde entonces, colaboró en innumerables proyectos de branding y señalización, como los realizados para el Tren de la Costa, el Bioparque Temaikén, los productos Luigi Bosca, el Banco de Galicia y el shopping DOT.
Via La Nacion